El 30 de noviembre, Dani Román, el hombre-pájaro español, se convirtió en la primera persona en atravesar volando el arco central del Puente Nuevo de Ronda, aterrizando a orillas del tajo de esta localidad malagueña después de sobrevolarla a una velocidad de 270 km/h.
Dani Román hizo así realidad un proyecto que inició hace más de un año y que le ha supuesto meses de preparación tanto mental como física. «Para este proyecto en concreto habré hechos unos 100 saltos, practicando la maniobra necesaria para poder sobrepasar el arco, lo que dentro del mundillo se conoce como flare. También ha habido muchas horas de entrenamiento en túnel de viento, practicando el vuelo sobre plano, que era clave a la hora de alejarme del puente».

Esta preparación técnica del atleta de Red Bull, con múltiples visitas a Ronda para analizar los factores implicados en el salto, como las medidas exactas del puente y la distancia a recorrer para garantizar un aterrizaje seguro, han conseguido la viabilidad de un hito histórico que no ha dejado nada a la improvisación.
«Todas las medidas que tomo y las diferentes variantes las suelo plasmar en dibujos, lo cual me da confianza,» comenta el andaluz. «Al final, saber con plena exactitud la altura, la distancia horizontal que recorro y cuánto tiempo voy a tardar en abrir el paracaídas son medidas clave para hacer cualquier salto con la máxima seguridad. Los dibujos no son más que una manera fácil de representarlo todo gráficamente».

La acción, que duró menos de 20 segundos, ha supuesto un antes y un después en la trayectoria de Dani Román, nacido en la localidad jiennense de Úbeda. «Estoy emocionado. Tras un año trabajando, todo ha salido tal y como esperábamos. Estoy muy feliz, conseguir darle alas a este proyecto significa mucho para mí» comentó al tocar tierra.
«He aprendido muchísimas cosas durante mi carrera, pero algo que sin duda he aplicado hoy es la importancia de hacer las cosas sin presión. Tiene que ser un reto en el que te sientas bien, cómodo y seguro. Hazlo por ti y no por la cámara», concluye.
